Para empezar, creo que debo aclarar mi postura política: según una de las acepciones de la RAE, no existirían las personas a-políticas, a menos que no vivan en sociedad; creo que la derecha chilena es espantosa, normalmente critican al gobierno por puras tonteras (tonteras que el común de la gente también saben lo totas que son, y puede entender), no se preocupa por aportar soluciones para los graves problemas que tiene este gobierno, la mayoría heredados del anterior (esta debe ser la razón por la que si la Concertación baja en las encuestas, la Alianza baja también, al final, son todos un poco de lo mismo) y a la larga se preocupan de legislar para beneficio propio (que creo que es lo que hace la mayoría de las personas con poder); por otra parte, la coalición de gobierno tampoco lo hace mejor, con un vocero que se quedó pegado en un discurso ochentero -Si, nosotros somos un poco corruptos, pero ustedes apoyaron el golpe militar-, ministros que salen de una cartera técnica para irse a otra completamente diferente (ver entrada anterior), un discurso sobre lo positiva que es la discriminación positiva (la discriminación es tal en cualquier circunstancia, y si están poniendo a dirigentes en un cargo sólo por ser mujer, indígena u homosexual, están perjudicando a todo el resto que sí tiene capacidades, pero no pertenece a la minoría en cuestión) y su eterna victimización, tampoco creo que la hagan del uno; luego están todos los demás sectores políticos que no tienen (o casi) representación en el mundo político chileno, que también se quedaron en el discurso ochentero, también se victimizan, y tampoco aportan buenas ideas para el desarrollo del país; en fin...
Ahora sí, a lo que nos convoca esta entrada: quizá por ser un poco más cercana al poder judicial que la mayoría de los chilenos (Juan Pablo trabaja desde el 2005 en los juzgados de garantía), y entender más o menos como funciona la Reforma Procesal Penal, me parece muy injusto que cada vez que en el Centro de Justicia se cometen “errores” como dejar libre a un imputado o condenar solo a 3 años a un asaltante, salgan los parlamentarios a criticar al sistema que ellos mismos aceptaron al votarlo en su respectiva cámara (y, cuando digo ellos mismos no me refiero a ellos mismos como los políticos en general, sino que a cada uno de ellos que lleva dos o tres períodos en ese mismo cargo, o sea, ellos mismos): los jueces de garantía o de los tribunales orales sólo interpretan las leyes que se establecieron en el Congreso, si se les permite dejar libre, dejar en prisión preventiva o condenar a alguien lo establece una ley, no su loca cabecita de juez de la república. También me parece injusto que, como decía antes, a un imputado se le deja libre, toda la prensa se lance en picada contra el juez, entiendo que un perico que ve las noticias se moleste y no lo comprenda, pero un periodista que maneja un amplio vocabulario y gran información, debería saber que los imputados no son culpables, y que aquí en Chile uno es inocente, hasta que se demuestre lo contrario, entonces, que “suelten” al tipo que pillaron con 100 Kg de coca, no significa que quedó libre de polvo y paja, sino, simplemente, que la investigación continúa, que puede pagar una condena, pero que no se justifica que, por ahora, esté encarcelado.
Por otra parte, pero siguiendo en esta línea, me molesta aún más que la derecha salga a criticar los atributos de la presidenta(e), como los indultos que permitieron dejar en libertad a los frentistas involucrados en hechos delictuales últimamente, señores: si el presidente tiene una facultad o no, eso está en la Constitución que, les recuerdo, la crearon ustedes hace casi treinta años atrás (lo que me recuerda a mí, con horror, que pronto cumpliré 30 años, junto con la mentada Constitución).
Sin otro particular, por ahora, me despido de mis miles de amables telespectadores.
Ahora sí, a lo que nos convoca esta entrada: quizá por ser un poco más cercana al poder judicial que la mayoría de los chilenos (Juan Pablo trabaja desde el 2005 en los juzgados de garantía), y entender más o menos como funciona la Reforma Procesal Penal, me parece muy injusto que cada vez que en el Centro de Justicia se cometen “errores” como dejar libre a un imputado o condenar solo a 3 años a un asaltante, salgan los parlamentarios a criticar al sistema que ellos mismos aceptaron al votarlo en su respectiva cámara (y, cuando digo ellos mismos no me refiero a ellos mismos como los políticos en general, sino que a cada uno de ellos que lleva dos o tres períodos en ese mismo cargo, o sea, ellos mismos): los jueces de garantía o de los tribunales orales sólo interpretan las leyes que se establecieron en el Congreso, si se les permite dejar libre, dejar en prisión preventiva o condenar a alguien lo establece una ley, no su loca cabecita de juez de la república. También me parece injusto que, como decía antes, a un imputado se le deja libre, toda la prensa se lance en picada contra el juez, entiendo que un perico que ve las noticias se moleste y no lo comprenda, pero un periodista que maneja un amplio vocabulario y gran información, debería saber que los imputados no son culpables, y que aquí en Chile uno es inocente, hasta que se demuestre lo contrario, entonces, que “suelten” al tipo que pillaron con 100 Kg de coca, no significa que quedó libre de polvo y paja, sino, simplemente, que la investigación continúa, que puede pagar una condena, pero que no se justifica que, por ahora, esté encarcelado.
Por otra parte, pero siguiendo en esta línea, me molesta aún más que la derecha salga a criticar los atributos de la presidenta(e), como los indultos que permitieron dejar en libertad a los frentistas involucrados en hechos delictuales últimamente, señores: si el presidente tiene una facultad o no, eso está en la Constitución que, les recuerdo, la crearon ustedes hace casi treinta años atrás (lo que me recuerda a mí, con horror, que pronto cumpliré 30 años, junto con la mentada Constitución).
Sin otro particular, por ahora, me despido de mis miles de amables telespectadores.
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